por otro lado....hace unos días alguien muy cercano a mi me ccuestionó respecto a la importancia de materias como filosofía en las escuelas y por mi acelerada forma de hablar creo que mi respuersta no fue muy clara, sin embargo escribiendo soy mejor (creo), ¿por qué somos capaces decodificar mensajes complejos? ¿de cuestionar?¿de racionalizar?¿de interiorizar tratando de conocernos? ¿de resolvernos como personas? Imaginen un mundo sin lógica, sin ética, son ramas de la filosofía, y aún no sabemos para que es importante?, un ingeniero no es capaz de resolver problemas matematicos sin ellos, en sus inicios la filosofía abarcaba ramas que ahora son la física, esto es que la filosofía no es una ciencia exclusiva de los literatos y los PUMAS" es la madre de las ciencias, es la base del raciocinio, y además la base de la superación humada, la importancia de la filosofía no radica en las respuestas, sino en la creación de preguntas, cuando no seamos capaces de cuestionar entonces estaremos muertos, y no necesitaremos ni filosofía ni matemátticas, ni física, ni literatura, para qué ¿no?
"""Desfiladero
Influenza: los nombres de los muertos
de www.
Jaime Avilés
Ante todo, el brote de influenza que ha cambiado la vida (y la muerte) del país, es una denuncia mundial del saqueo y la devastación que millones de mexicanos hemos sufrido despiadada y sistemáticament
Durante el sexenio de Vicente Fox, México recibió las más abundantes ganancias de su historia por la venta de petróleo en el exterior, pero no quedó absolutamente nada de eso: el grueso del dinero fue utilizado para devolver a los más ricos de los ricos los impuestos que habían pagado; el resto, la propina, está en las trancas y el estiércol de un rancho en Guanajuato, en las empresas de los hijos de Marta Sahagún y en las cuentas bancarias de los hombres y mujeres del régimen.
En cambio, aquí, no existe un solo laboratorio, ni siquiera en la UNAM, capaz de detectar la mutación de un virus como el de la influenza porcina, que tras el exterminio de cerdos ordenado por el fanatismo del gobierno de Egipto, ahora se llama A/H1N1, para que nadie culpe a nadie. Como bien lo han documentado Enrique Galván Ochoa y Luis Linares Zapata en las páginas de este diario a lo largo de esta semana insólita, en México existía una empresa paraestatal denominada Birmex (Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México), que según su portal electrónico surtía “las vacunas, sueros, inmunoglobulina
Antes de éste, Zedillo acabó con el Instituto Nacional de Higiene y con el Instituto Nacional de Virología, que se dedicaban a la investigación científica de las cepas virales y al diseño de vacunas para combatirlas. Hoy no tenemos nada de eso. Los primeros casos de influenza en la ciudad de México no fueron detectados, entre otras cosas, porque la Secretaría de Salud no contaba con herramientas para identificarlos.
El planeta entero está asombrado porque, 10 días después del terrorista mensaje de Córdova Villalobos el jueves de la semana pasada a las 11 de la noche, el “gobierno” (o lo que que sea) de Felipe Calderón todavía no ha revelado cómo se llamaba ni siquiera una de las víctimas fatales del virus de la gripe mexicana, como tarde o temprano esta plaga será recordada por la historia. Después de un accidente aéreo, de un camionazo, de un terremoto, de una inundación, de un incendio, las autoridades suelen dar a conocer los nombres de los muertos. Pero en esta ocasión no lo han hecho y nadie sabe explicarse por qué.
No hace falta ser muy suspicaz para entender que si Calderón y su doctor se niegan a entregar esta lista de difuntos es porque ocultan datos claves que echarían por tierra su manejo del fenómeno mediante el pánico social. Por ello es fundamental que sepamos: cómo se llamaban los muertos, qué edad tenían, dónde vivían, cuál era su condición socioeconómica,
Una sospecha muy extendida en la sociedad mexicana –y que tarde o temprano se esclarecerá– es que los muertos de este brote epidémico pertenecen a las capas más desprotegidas de la población, es decir, que estamos ante una nueva enfermedad de la miseria, y como en México hay más de 50 millones de personas en situación de pobreza extrema, las medidas que se han aplicado hasta ahora –cierre total de escuelas, de restaurantes y bares, de oficinas públicas, de cines y teatros, de gimnasios y albercas, etcétera–, lo que en realidad pretenden es aislar a los más pobres de los que no lo somos tanto y, por supuesto, de los ricos.
En un acto más de autoritarismo, Calderón ha instaurado por sus pistolas el secreto funerario, violando el derecho a la información no sólo de los mexicanos sino de toda la humanidad. Mientras oculte datos elementales como los nombres de los muertos, el aparato del terror electrónico podrá seguir manipulándonos a sus anchas. ¿No será la hora de solicitar a nuestros amigos en todas partes una ola de solidaridad internacional en contra de esta forma de la censura? Exijamos la autopsia de esa franja de la sociedad mexicana que murió a consecuencia de esta gripe. ¿Tendremos que hacer plantones en el Zócalo, huelgas de hambre, bloqueos de carreteras o qué para que nos digan al fin cómo se llamaban los muertos?
En el continente americano, México es uno de los países más grandes y ricos en recursos naturales, pero una peste más voraz, destructiva y mortífera que la influenza de los puercos –la de los políticos neoliberales del PRI y del PAN, la plaga de los Salinas y los Zedillo, de los De la Madrid y los Fox, al servicio de un puñado insaciable de millonarios–, nos ha convertido en un país más débil, indefenso y hambriento que Haití, que apenas ocupa la mitad de una isla en el Caribe, o que la pobre Honduras, bananera sin bananas. ¿Por qué lo hemos permitido, por qué hemos tolerado que nos hicieran caer tan bajo? ¿Acaso nos equivocamos cuando salimos a las calles con banderas blancas a frenar la rebelión de los indios de Chiapas?
¿Por qué se alivian los que viven en mejores condiciones sanitarias? ¿Por qué han desatado la sicosis de que A/H1NI prefiere a los jóvenes entre 20 y 45? ¿Por qué nos hemos dejado convencer de ello si tampoco sabemos las edades de los muertos? Después de la campaña “López Obrador es un peligro para México”, después del fraude “haiga sido como haiga sido”, después de la violación de todas sus promesas empezando por la del empleo, después de la artificiosa guerra “contra” el narco para militarizar el país y tratar de afianzarse en el poder, a costa de la seguridad nacional junto con la de Estados Unidos, los mexicanos tenemos la claridad y la madurez necesarias para saber que Calderón es capaz de cualquier cosa: si un día se vistió de sargento para lanzar a las fuerzas armadas a una aventura trágica, ahora se pone la bata blanca de doctor para mantenernos en arresto domiciliario, sudando de pánico.
A raíz de esta gripe, dos nuevos objetivos aparecen en nuestra agenda ciudadana: exigir con todos los recursos a nuestro alcance que el “gobierno” (o lo que sea) entregue los nombres de los muertos, y movilizarnos por un cambio radical en materia de inversión para la investigación científica. Así como obligamos al espurio a construir una nueva refinería, ahora debemos luchar por nuevos laboratorios, y por la conservación de la filosofía, de la ética y de la estética entre las materias del bachillerato.
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