Un ciclo que en "el inicio del fin" se acompañó del dolor más grande que he sentido. Debo reconocer que este último año y medio, he aprehendido gran parte de las enseñanzas significativas de mi vida... un proceso duro que nada tiene que ver con periodismo y comunicación y calses y materias y gramática, en el sentido común de pensarlo, pero que le dieron cimientos a esta torre para no derrumbarse completamente. Un ciclo que dedico a PAPI, por ser la base de quien escribe y enseñarle tantas tantas cosas.
Les presento los agradecimientos publicados en mi tesina con el fin de que éstos lleguen a los maestros que aderezaron las clases con su gran didáctica y amor a la profesión.
Dedicado a la memoria Papi,
que se convirtió en viento,
cuyo ejemplo y amor
vivirá eternamente en
nosotros.
Agradezco:
A mis padres, Yolanda y Roberto, que me dieron la hermosa
herencia de la educación y los valores de la familia unida. A mi mamá, por ser
mi primer escucha y editora, por ser mi amiga, por su comprensión y su amor. A
mi padre, por su ejemplo, por enseñarme el valor de la disciplina, la
constancia y el trabajo honrado.
A mis hermanos por su amor y protección. César, por
ser siempre mi “salva vidas”, por su
paciencia, su ingenio, por su protección. Beto, por su alegría, por ser
cómplice de travesuras y buenos momentos.
A Diego mi amor, por caminar a mi lado, por ser amigo,
maestro, cómplice y confesor; por su franqueza, por sujetarme y no soltarme en
los momentos más difíciles, y regresarle al mundo la sonrisa.
A la maestra Silvia González Quintero, por tomar este
proyecto, que inició como una terapia de vida, por permitirme observar la vía
de los Derechos Humanos, y la importancia de la participación ciudadana.
A los maestros, Omar Raúl Martínez, por toda su
paciencia y su trabajo como periodista, como educador; por dar espacio a mis
letras primeras y enseñar con el ejemplo: con ética y con pasión. Migue Ángel
Maciel, por ser terapeuta de cabecera y sin saberlo, por darle una ocupación a
mi cerebro en medio de la tempestad. María Luisa Morales, por sus palabras, por
su paciencia, por ser una trabajadora incansable y además, recibir siempre a
sus alumnos con una sonrisa.
También a los maestros Juan Amael Vizzuett, por
compartir sus letras y permitirme compartir las mías. Leticia Urbina por su
excelente didáctica, su invaluable bibliografía, sus anécdotas y sus siempre
buenos deseos. Beatriz Zalce por compartir y enseñar el amor al arte y las
tradiciones, por su claridad y su tiempo. Adriana Romero Copil por ser maestra
con trayectoria invaluable en medios, por sus críticas y su franqueza. Jorge
Olvera por la grata labor que hace para elevar en sus alumnos el gusto por la
lectura. A todos ellos por su conocimiento, por sus críticas y por su entrega a
las nuevas generaciones, ¡gracias!