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martes, 21 de octubre de 2008

guerra




Guerra
Por Ana Rodríguez., enviado el 14/Abril/2008.
Es una oscura noche,
noche sin estrellas, sin luna, es una noche
en la que el ensordecedor sonido del miedo
atormenta las almas débiles de los mortales.
Los dioses han reencarnado en bestias destructoras
y ni la plegaria más fiel puede destruir lo indestructible.
El vacío es estúpidamente la mejor salida;
a lo lejos una luz, un estallido
y la autodestrucción tiene lugar;
un destello de ira arremete contra una pequeña población
dejando solo de ella recuerdos
en las mentes que están apunto de desaparecer.
Toda memoria de vida se compacta,
se eleva hasta el más recóndito punto del olvido
y se desvanece con una levedad casi imperceptible.
El hombre sabio se detiene,
se pregunta el por que de esta burda desolación,
¿quién es el malo de esta historia?
Todos se han convertido en una máquina de catástrofes,
los hombres se matan unos a otros.
Ni millones y millones de ojivas dan razones.
La especie humana va en retroceso,
ya no hay remedio, se ha perdido el pensamiento,
¿quién les dijo “especie superior”?
El alcohol de aquella gasa desinfecta las heridas de los maltrechos,
de los que no comprenden por qué pierden su sangre
y la de sus familias, ya no hay una razón que pueda parecer lógica,
solo es aniquilación,
destrucción total a la que los hombres llaman guerra.

eres gris



Eres Gris.
Por Ana Rodríguez., enviado el 12/Mayo/2008.
Tal y como llegaste a mi mundo
saturado de incomprensión,
absorto de vivir,
y te engañas cada hora de tu obscura vida,
en la que recorres lentamente los caminos floreados
de las existencias ajenas.

Te gustaría posarte en cada ramillete de vida,
sentir el verde profundo de la lastimera canción de amor,
llorar, reír, o por lo menos sentir,
pero tu ya no puedes, eres gris oscuro e inmaculado
y solo cambias de vez en cuando tu mirada
para calentar la fría tumba en la que te posas.

Yo, siendo tan gris a tu lado
no soporto los grandes halos de luz
que entran desde tu gris mundo,
el mismo que ya has abandonado,
hasta mis entrañas ya marchitas
por lo leve que te has vuelto con tu gris muerte.

nada


Nada
Por Ana Rodríguez
Cuando la palabra falta y el silencio sobra
mis cadáveres rotos se alimentan de tu vacío
para atarme más y más a ti.


Cuando la palabra falta y la mente no se dilata
no hay caminos floridos ni canciones surreales.

Cuando la palabra falta y te mueres en mis brazos,
éstos se secan como los rayos del viejo árbol de frutos prohibidos


Cuando la palabra falta la oscuridad es el único camino a la luz de la palabra.

ella o yo



Ella o yo.
Por Ana Rodríguez
Me he encontrado con la muerte
en el camino atiborrado de mentiras
corriendo entre la sabana inerte
de las relaciones escondidas.


La he topado en sueño eterno
me miró con sus ojos de loca
me torturó con su hueso corroído
me quitó el aliento de la boca.
Iba sola sola, triste triste,
melancólica y perdida
y en su paso lento recolectando
rosas, destellos de vidas marchitas.

la loca



La loca
La loca caminaba lentamente
en las calles sin importarle la prisa de la ciudad,
la loca reía constantemente cuando los demás lloraban,
la loca decía que la verdad
cabía entre las uñas y sus dedos,
la loca soñaba tanto de día como de noche
y en cada sueño veía un rastro de realidad trastornada,
la loca confiaba y creía en ella misma,
todos la llamaban loca
por que creía que el mundo era un buen sitio para vivir,
por que en las aves veía no más que sus instintos de vida,
y sabía que era más feliz que los que sabían,
la llamaban loca por su imagen peculiar,
por que prefería a un trovador de bus
que un mp3 de ocasión,
por que su música eran las palabras y
la vida le sonreía en cada estación del metro.
Un día la loca trato de no estar loca
y comenzó a robar de las personas el alma,
caminaba al ritmo que los demás le marcaban,
creía que la única fe era la divina,
siguió las reglas que los demás le imponían,
decía si, por favor y gracias,
rezaba todas la noches el credo del buen citadino,
leía periódicos y libros científicos,
maduró pero no sus instintos,
se confundía constantemente
y ante ello no pudo más que volverse loca.

El loco
De facciones fuertes y canciones exhaustadas
el loco reía ante la ajetreada vida,
-mira al loco, le decían
cuando en sus ojos se asomaba
una intención de cantar en la vida
y de vivir en la canción,
el loco también loco loco escribía
una que otra estrofa
que en los caminos se encontró,
a diario el loco trepaba un árbol
y en cada rama encontraba su clave de sol.
Ese loco no se decidía
a dejar de serlo por ninguna sinrazón
y más aún por ella, loco cantaba su misión.

La loca estaba perdida
en el sitio justo de sus instintos,
no sabía de cierto nada
y los demás decían: -pobre loca confundida.
La loca se topó un día
con un loco de la canción
y no supo si era real
o solo su delirante afición
por construirse la vida y el corazón.
Juntos loca y loco desfilan por la vida
y son más que el codo a codo
como alguna tonada loca decía,
mientras él sueña en viejitos
que recorren el mundo de sus utopías,
la loca despierta cada día a una nueva fantasía