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jueves, 28 de mayo de 2009

Esperar sentados


Él espera sentado

en una banqueta de la inmensa ciudad,

tiene la mirada perdida y las manos a los costados.

Su rostro es nostálgico y muestra una sonrisa desconsoladora.

Ve y no ve nada, ve a las personas,

los autos, el transporte público que no lo altera,

los ve y sin embargo no ve nada, nada entiende.



Él espera sentado, piensa y espera que algún extraño le diga que

la puerta del cielo no es una cafetería en el número 88 de la avenida San Mateo.



Él espera y mientras espera, se muere

no haya respuestas certeras, ni miradas confiables,

él se consume lentamente

entre el tumulto de la ciudad y el mar de personas

que para él ya no significan nada.



Él espera agonizante,

su rostro se ha palidecido y sus pupilas dilatado como esos que espera,

eso que quizá es una solución, una mirada con una veta de amor,

una sonrisa humilde y sincera, una mano en el hombro y una marca en el corazón.



Él espera y no se cansa de esperar,

pasan los segundos eternos,

las aves en lo alto, vuelan en círculo sin sentido,

están donde él espera y se van, huyen,

se evaporan incansablemente.



Él espera así sin más,

yo lo miro mientras espero sentada

al otro lado de la calle.

Ana Lilia Rodríguez Olvera.
material resguardado bajo derechos de autor y publicado con licencia de la autora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El espacio inmenso de una sola calle, y si llega sera como una piedra lanzada en lago quieto algunas ondas, y despus nada, seguira en el lado opuesto de la calle